27 de junio de 2013

Alma con trasfondo

¿Cuál es el problema de callar todo siempre? Si me devuelvo a las metáforas es el humo en mis pulmones, placentero, dulce, amargo, dañino, oscuro, peligroso. Ya no escribo porque me duele que siempre sea de lo mismo, de dolor, de tristeza, de maldad, de sueños rotos, nostalgias, mierda. Yo podía escribir sobre el amor, de la amistad, del valor de la vida, de la verdad, la sinceridad, de la madera y los cisnes, yo podía plasmar mi inocencia... y ahora no sé que pasó. Daño personas mientras escribo, las hiero, las vuelvo añicos y sólo puedo pedir perdón, de forma mundana, cómo lo hacen ellos, pero estando consiente de que puedo hacerlo mejor, es ser mediocre, miserable, no llenarme, no sentirme conforme.

Ellos están vacíos, yo huía de ello, pero corrí poco, tarde o temprano iba a alcanzarme, pero esperaba que fuera muy tarde, muy, muy tarde, y me vacié yo, soy un alma llena de nada con trasfondo. No es un bloqueo, son ganas de dejar de escribir sobre lo mismo, es un cansancio de la miseria que me rodea, es nostalgia de lo buena que pude llenar a ser, pero ya me estaba abandonando, ya las ganas se iban y ahora es muy fácil que se vayan, ahora por todo quieren irse, las ganas van, yo vengo, pero siempre nos vemos en la mitad, siempre encontramos un lapsus en el cual tengo que ver su sombra derrumbando todo el lugar, haciendo añicos a los demás, no obstante, mi curiosidad mantenía a mis ojos hipnotizados en ese punto, donde lo veía todo, donde me moría de a poco.

Desde que di por enterados a los puntos del confín universal sobre mis ganas de dejar de ser alguien en la tierra, se han vuelto añicos de nuevo, obstruyeron las posibilidades de querer desaparecer por un rato y especulan que sólo quiero morir, aunque para qué engañar sus ágiles mentes, si eso es lo que quiero; posiblemente puedo hundirme en mentiras, ahogarme en recuerdos, dejar acribillarme por la persona que no puedo ser o incinerarme entre mis cohibiciones, es sencillo, sólo necesito valor.

20 de junio de 2013

Sólo existo, sólo sobrevivo.

Decaigo, caigo, caigo, caigo.

Estoy mal, sólo sobrevivo, sólo me paro en la puerta a ver la situación, a analizar si amerita que intervenga. Lo sé, soy una conformista, que espera que pase lo malo consiente que si no ayuda no habrá cambio, pero no importa, si no me duele, no importa.

Me obligan a reír, o no, no me obligan, pero hacen que parezca una obligación; me obligan a seguir aquí, con un "No te me pierdas nunca" que parece más una súplica que una frase, con palabras que me sirven de columna vertebral.

14 de junio de 2013

Sabor a Sal

A él le confesé que la lluvia tiene sabor, él de algún modo conoce quién soy, o quien quiero ser, aunque me pregunto qué pasará cuando sepa qué soy.

Le conté que una lluvia me supo a miel, una a azufre, que no volví a acercarle mi lengua, sólo un poquito o me resignaba a olerla. El sabe lo sensible que puedo llegar a ser, que no soy una dama por completo, que veo y que no, en que me fijo y en que no, él sabe lo que sé de la vida, pero mejor, hasta ahora él no sabe que las lágrimas son lluvia con sabor a sal, y ahora que se presenta la oportunidad, quiero que lo sepa...  por eso digo que las regaderas tienen que regar el par de flores que me adornan la cara, aunque me digan que ya las he regado lo suficiente, y que si sigo se van a ahogar.

Hay cosas y momentos en la vida en que no puedo regar mis plantas, entonces acumulo en mi garganta un poco de sabor a sal, porque sé que no me hará daño, o bueno, eso intento disimular, sí me hace daño, pero sigo anhelando el momento en que no lo haga; he aprendido a aprovechar los momentos en que puedo regarlas, sin tener que darle explicaciones a nadie, sin tener que declamar en cada lágrima un poco de la poesía del momento, sin tener que reincidir en el circulo vicioso de la lástima social.

8 de junio de 2013

Dogma urbano

Exceso de rímel, dulces ojos cafés, una mancha opaca y... la pestaña que vuela.
Desesperanzada pido un deseo, de aquellos que no me importarán si no se cumplen; de esos que aseguran mi ingenuidad ante las leyendas urbanas que creen en las pestañas caídas y las estrellas fugaces... algo como una ley universal.

Los pensamientos asaltaban mi cabeza y las lágrimas embarcaban mis ojos. Las penas con complejo de navíos se hundían en  lo que parecían remolinos de esperanza, de esa esperanza negra y dañina que arrasa con todo a su paso. El hundimiento de las embarcaciones se detuvo en algunos segundos, una sensación incómoda. Corrí un poco mi párpado, allí estaba ella, previniendo el acercamiento de mi dedo, pues sabía que se dirigía hacia ella, la tomé, sin la intensión fija de pedir un deseo, pensé en la felicidad... pues si esto no ocurría no sentiría mayor vacío, un poco de pérdida de lucidez, un poco menos de brillo en los ojos, y un nombre más en una larga lista de víctimas.

Lágrima, calma. Al explorar mi otro ojo encuentro otra maldecida, destinada a caer esta noche. Por si el deseo "no fue escuchado" repito mentalmente: "Sólo quiero ser feliz, sin compañía, sin dinero, sin trucos, sólo la felicidad y yo." Esta cayó mas lento, esta jugaba con el aire a columpiarse en la inmensidad. Finalmente tocó el piso, no sé donde está, no la buscaré, pues sé que de encontrarla, la tiraría y recogería un millón de veces. Optaré por esperar a ser feliz.

1 de junio de 2013

Solía ser feliz.

Las cosas se acaban, la felicidad se acaba. Yo buscaba ser su orgullo, buscaba respetarlos, y no me daba cuenta de que me cohibía, me cohibí de ser yo, de ser única y pensar en mí. Me aislé, dejé de hablar, hice de mis gustos mis disgustos y cambié. Cambié para lo que creí que estaba bien, cambié para ser respetuosa, para ser responsable, para que mis palabras no hirieran a nadie, y para que pocos sintieran mi presencia, pues me había cansado de ser el centro de atención todo el tiempo, de madurar tan pronto, de ser la hermana mayor, de ser la niña irresponsable que perdía materias, de ser esa social a la que todos recurrían para contarles sus problemas, había cambiado para sentirme bien con el mundo, así no me sintiera bien conmigo misma.

Intenté cambiar de intereses, de amigos... estaba cansada de ser la niña a la que rechazaban, y trataban mal, estaba cansada de que mientras yo jugaba, todos se besaran, cansada de que todas me quisieran manipular... así que empecé a explorar en mí, todo lo que alguna vez fui se pudrió entre mis recuerdos, empecé a ser el antónimo de mi ser, muy en el fondo de mi alma, quería volver por esos recuerdos, pero quería y necesitaba un cambio, empecé a odiarme, a ser una repetición de cualquier niña que viera en la calle, a responder, a ser rebelde, a leer e ir en contracorriente, a ser una adulta enfocada en la política, la crítica social y los últimos libros, dejé de sonreír frecuentemente, de jugar con los más pequeños, de hablar conmigo, pues eso era extraño, dejé de lado la hermosa persona que era. Intenté irme una o dos veces, con el pensamiento fijo de que no le haría daño a nadie, pero segundos antes de proceder, recordaba que cuando pequeña, decía que las oportunidades estaban a cinco minutos de la muerte. Solía pensar que me necesitaban, que todos me querían.

Me choqué con el odio y desde ese día empecé a llorar, por estupideces, porque estaba mal, por los demás, me volví sensible, una de las marionetas que tanto odiaba, todo para darme cuenta que el cambio fue el peor aliado, que no me quería levantar de la cama, que no quería despertar. Que los cuentos y las canciones de cuna ya no eran para mí y que los "te quiero" eran cada vez menos equitativos por mi culpa. Intenté volver a cambiar. Ahora me regañan, porque sí, ahora para ellos nunca estoy bien, nunca soy feliz, nunca soy la niña que ellos querían. Cuando cambié en todo iba mal, en mi estudio, en mis amistades, en mi familia y empecé a cobrarle todos los daños a mi cuerpo, me caía sin razón y por convicción, sentía el dolor por gusto, me volví una masoquista miedosa, de esas que no se hiere por gusto o por dolor sino por placer, por el placer de verse débil ante los ojos de los demás, por sentirse amada cada vez que lloraba. Retorné a la niña, pero ya no era tiempo de ser niña, ya era tarde, ahora tenía que madurar y responder por más cosas, ahora no podía pensar sólo en mí, sino también en mis amistades, mis padres, mi hermana, mi estudio y como siempre, me dejaba al final de la lista, para cuando tuviera tiempo para mí, el problema era que ya ni para mí sobraba un poco de él

Ahora lloro, lloro mucho. Soy más débil que al principio. Extraño a los que ya no están conmigo, aún sabiendo que nunca conocí más que un poco de lo que eran, e intento encontrarme propensa a un momento que me lleve a ellos de nuevo. Mi estudio está mejorando, ya no me va tan mal. No he logrado ser tan responsable como quisiera, pero estoy en el proceso. Sigo cohibiendo mi rebeldía, y ahora todo lo respondo con un "si, señor" y "si, señora". Conozco personas por redes sociales y bueno, en persona un poco también, pero me siento más a gusto con aquellos que no pueden verme, y por consecuente, tampoco criticarme. Mis "amigos" son lindas personas, lo que conozco de ellos me hace feliz. Cada poco tiempo estoy volviendo al pasado, con mis recuerdos, ellos me quieren... Me veo obligada a ser feliz, pues cuando no lo soy, me regañan de nuevo. Sólo quiero no decir cada mañana "Mierda, me voy a despertar otra vez" Quiero no despertarme y ya. Quiero salir del laberinto de mi cabeza, dejando a mi alma, ser libre otra vez.

No soporto recordar, que solía ser feliz.